Puertas estremeciéndose, ventanas astillándose y un fuerte olor a humo confirmaban a Luisa que no se trataba de un temblor y mucho menos de un trueno aquel aterrador estallido que escuchó en la sala de su casa en la urbanización El Ingenio de Guatire, ese 23 de octubre.
Rayli Luján / Venezuela al Día
Alrededor de las 9 de la mañana de aquel día, el peor temor de los vecinos de esta pequeña población ubicada en el estado Miranda, a 30 minutos de Caracas, se hacía realidad. Unas siete explosiones en los alrededores del principal río de ese sector, producto de una contaminación de gas y gasolina proveniente de la planta de llenadero de Pdvsa causaban un voraz incendio que rápidamente se dio a conocer en los principales medios del país y las redes sociales.

Fotos y videos se viralizaron en cuestión de minutos, aún así no se produjo en el momento ni tampoco días después una declaración oficial sobre lo ocurrido. Los bomberos que lograron controlar el incendio solo reportaron a los habitantes de la zona que el suceso se había generado cuando un sujeto que hacía vida debajo del elevado encendió un fósforo, ocasionando varias explosiones en el lugar además de quemaduras en su cuerpo, las que le habrían causado la muerte, según versiones extraoficiales.
A pesar de que el hecho no se había producido en las instalaciones de la planta, el miedo a un incidente mayor que provocara una tragedia se hizo presente en cada uno de los residentes de esta urbanización que reúne a 340 familias en 9 bloques exactamente, donde la densidad de población es de 1.815 habitantes, ello sin contar los otros conjuntos residenciales cercanos como La Muralla, Las Lomas, Parque Alto, Los Naranjos de El Ingenio, Vicente Emilio Sojo y Niquitao que agrupa al menos a 25.000 personas.
La urbanización antes que la planta
Luisa Malavé, su esposo Edgar y sus dos hijos Emmanuel y Sarahit conforman una de estas tantas familias. Viven en los populares “bloques grises” de El Ingenio desde el año 1985, cuando el Inavi entregó las primeras viviendas.
“Primero fueron los edificios y luego la planta. En ese entonces habían cochineras, casitas de barrio. Era como alejado de la civilización, no teníamos transporte. Después de 10 años fue que creció”, recuerda Luisa al resaltar que la estructura para la distribución de hidrocarburos se construyó posterior a las urbanizaciones.

Francisco Becerra, representante del Consejo Comunal de los bloques de El Ingenio certifica tal información y asegura que aunque la planta empezó a construirse en 1984, fue terminada en 1989.
Al sistema jurídico nacional de entonces pareció no causarle ninguna alarma la instalación de una planta de gasolina justo al lado de una zona residencial. Según Becerra, en aquel momento no se contemplaban tales normas de restricción.
“La planta está colocada en un área estratégica, desde la planta José se surte a Carenero y Carenero al Ingenio”, expone el líder vecinal, y deja ver cómo la planta de llenadero de Pdvsa se convirtió en un vecino importante de la comunidad de El Ingenio.
“Era un orgullo. Ahora da temor”, así lo describe Luisa desde el momento en que comenzó a percibir olores fuertes a gas y gasolina, desde hace varios meses.
Una bomba de tiempo
Luisa explica que en los más de 30 años que tiene viviendo allí no se habían percibido esos olores, como ha ocurrido en el último año. “No, jamás. Ni siquiera cuando la planta estaba nueva. Ahora yo recuerdo la tragedia de La Guaira, que murió una famosa periodista y siempre lo he pensado, tan cerca que estamos. Uno ve esas esferas, full de gasolinas y de gas, antes se veían nuevas pero con el transcurso del tiempo se ven oxidadas, así como cuando algo está en desidia. Es preocupante, imagínate lo que está allí adentro”, señala.
Un cementerio de gandolas, con posible residuo de hidrocarburo es otra inquietud que hace tic-tac en la cabeza de Luisa.
“Esos transportes que están ahí, ellos adentro cargaban gasolina y gas. Eso debe estar lleno de vapores. Eso es peligroso para la comunidad. Eso no lo apaga agua. Nosotros vemos la desidia. Es preocupante que una comunidad como la nuestra, una planta de esa envergadura no tenga a toda la urbanización militarizada”, exclama la señora Luisa y sostiene que todos estos malestares han sido planteados durante las diversas reuniones que han tenido con las autoridades de Pdvsa tras el incidente.
“Ahí pusieron unos militares alguna vez, pero es como un vaso de leche que le cae una mosca. Malandros o gente con mala intención dan la vuelta. Imagínate la falta de seguridad que tenemos, que por ahí ingrese un loco en esa planta y quiera dársela de no se qué y se meta y haga un desastre allí”, fue uno de los planteamientos que hizo Luisa Malavé junto a otros vecinos, sin respuestas contundentes.
Reuniones oficiales
Becerra estuvo al frente de un informe avalado por la comunidad con 113 firmas, que también fue entregado a la directiva de la planta. En el documento no solo se denunció lo que había venido sucediendo incluso mucho antes del 23 de octubre, también se solicitó la creación de mesas técnicas, se rechazó la falta de información y se exigió restablecer la alianza que una vez existió entre la comunidad y la planta.
El representante de la comunidad de El Ingenio sabía que el deterioro que presenta la industria petrolera a nivel nacional sería la respuesta principal a todos los requerimientos presentados en papel.

En cada intervención oficial pudo validarlo. “Pdvsa El Ingenio ha venido sufriendo en los últimos 10 años un deterioro importante en la parte de operatividad, en mantenimiento y servicio dentro de las áreas internas. Los trabajadores, los conductores con su mística han venido tratando de solventar los problemas para la distribución de gasolina del área metropolitana y centro del país. Se ha venido incluso deteriorando el salario de ellos mismos, han venido sufriendo un desgaste y deterioro de los repuestos de cauchos, baterías de las gandolas, la parte eléctrica de los equipos y han venido aplicando el canibalismo. Si hay un camión accidentado, se le quita el repuesto a ese camión y lo pones al que este más o menos operativo, pero se tiene un cementerio de chatarra, un cementerio de cisternas, en toda la fachada de la planta que esta a simple vista de toda la comunidad”, destaca de lo que pudo confirmar en aquella primera reunión.
En ese mismo encuentro se pudo conocer específicamente sobre el robo de un motor que daba vida al sistema de reciclaje para el tratamiento de la gasolina. También se habló sobre un incendio en uno de los muros de vegetación dentro de la planta que frenaba los gases.
La desaparición de la pared viviente, la falta de mantenimiento al adecuado proceso de reciclaje y la importación de gasolina con contenido nafta fueron parte de la exposición ofrecida por ingenieros y demás representantes de Pdvsa a los habitantes de El Ingenio, luego de exigir por días una explicación de lo ocurrido aquel 23 de octubre.
“Ellos han venido generando una contaminación ambiental desde hace tiempo y en las noches se nota la niebla, una atmósfera de gas en nuestro urbanismo y alrededores. Eso sucede desde hace aproximadamente un año. Eso penetra directamente a nuestra comunidad. Hay vecinos con garganta y ojos irritados. Es un deterioro total”, agrega Becerra, quien se mantiene a la expectativa de que se genere un cambio drástico en cuanto a las medidas de contingencia que se deben aplicar.
Sin planes de contingencia
Luego de aquella asamblea, al dirigente vecinal no deja de perturbarle un número. En caso de ocurrir un siniestro mayor en la planta de llenado de Pdvsa El Ingenio, la onda expansiva sería de 4 a 5km.

Cuando Becerra escuchó aquel dato en una de las mesas de trabajo con los trabajadores de la planta, acompañados de la directiva, la Redi, Zodi, PNB y todo lo que respecta a la seguridad, lo primero en lo que pensó fue en que aquel día de las 7 explosiones no hubo ningún plan de contingencia. No hubo plan de evacuación, ni siquiera se acercó algún representante de la planta a establecer contacto con la comunidad.
Los talleres y cursos de riesgos, sistemas de evacuación y de emergencia preventiva no se aplican desde el año 2011. Becerra exclama que esa es una de las prioridades que exige la comunidad luego de ese episodio de hace dos meses que causó pánico.
¿Soluciones?
A Luisa Malavé se le ha ido apagando la esperanza de encontrar una pronta solución. “Voy a ser sincera. Yo no espero nada. Nosotros estamos haciendo todo lo posible. Yo colaboro con el Consejo Comunal, con Francisco, en vista de lo que se ha visto, yo no espero nada. Le contaba a mi hermana lo que estaba pasando y decía que saldría más barato que nos hagan otra urbanización y nos muden de aquí. Yo digo que es lo ideal porque esa planta del llenadero tiene tuberías que atraviesan esos cerros y llegan a Carenero, en Carenero hay un puerto donde llegan los barcos petroleros con gas y gasolina. Esos barcos empujan el hidrocarburo hasta esta planta, donde llegan todos los camiones de Miranda y Caracas a llenar gasolina y gas. Ese es un trabajo de envergadura que hicieron ahí”, comenta.

La expectativa de una medida para el resguardo de los más de 25.000 habitantes en toda la zona de El Ingenio y alrededores se le desvaneció cuando escuchó como excusaban la presencia de olores fuertes a gasolina con la “guerra económica”.
“Que si no nos quieren dar los insumos por la fulana guerra económica. Nombraron a Rafael Ramírez, a los que han pasado por ahí, que si han robado. Pero la verdad es que ese día no había ni agua en Guatire, los baños de la planta daban pena, si se presenta un incendio no tenían ni agua. Uno no haya con quien hablar. Esto es lo único que yo tengo pero yo preferiría que nos sacaran de aquí”, apunta Malavé.
70% de indisponibilidad
Para Iván Freites, del Sindicato de Trabajadores Petroleros, todas las comunidades que están cercanas a plantas petroleras están propensas a verse afectadas. “Las áreas de seguridad que deberían existir no se cumplen. Pdvsa nunca ha querido cumplir con esas reglas, tiene que haber un mínimo de permisibilidad en cuanto a la ubicación de las comunidades con respecto a las áreas petroleras del país”, alega.
Freites además atribuye los últimos accidentes industriales al éxodo masivo del personal calificado, quienes preocupantemente son remplazados por jóvenes del Plan Chamba Juvenil, un programa del Estado dirigido a jóvenes desempleados con el propósito de incorporarlos a la ocupación laboral y productiva.

Es la falta de experiencia en el manejo de los paneles de control lo que ha ocasionado incidentes como el de la Planta José, el problema de gases tóxicos saliendo de la refinería de Amuay y el colapso de un tanque en la petroquímica de El Tablazo, de acuerdo a Freites.
“Más del 90% del personal que está ahorita en la industria, en las instalaciones sobre todo, no está capacitado. Los meten por la Misión Chamba Juvenil, pero igual el personal llega y se va. Renuncian, el salario no es atractivo. En el área operativa de producción, refinación y llenaderos, el personal es sustituido por Chamba Juvenil y otros sectores, pero la verdad es que se requiere por lo mínimo 10 años de experiencia para operar en una planta y tener esa responsabilidad”, explica.
Destaca que actualmente se maneja un 70% de indisponibilidad, sobre todo en las refinerías, precisamente por la inexperiencia aunada también a la falta de equipos y repuestos.
“Está desmantelada la industria petrolera nacional. Ha habido saqueos y robos como nadie se imagina. Lo que existe es puro cachivache. Saquea desde el militar hasta el obrero, porque cuando acabas con el salario de un trabajador, cuando no tiene cómo comprar comida, inmediatamente busca la forma de sobrevivir. Igual pasa con los militares. El saqueo es de todo el que tenga involucramiento en la industria, que pueda acceder a los espacios”, indica.
Parece insólito usar la frase “No se consigue ni un tornillo” para describir a la otrora industria petrolera número uno en Latinoamérica. No obstante, en la actualidad no se consigue mejor retrato.
Todas las áreas operativas de Pdvsa presentaban un presupuesto adecuado a las condiciones de las plantas. Con el ingreso de políticos y militares a la estatal petrolera, los recursos fueron redestinados.
“Unos la agarraron para hacer campaña política, negocios con supuestos empresarios, los trabajadores no se realizan, compran materiales o equipos ya usados, todo eso hace Pdvsa. También dejó de tener relaciones comerciales con los proveedores y esos proveedores exigían pagos adelantados para poderle surtirles repuestos y como no tiene, Pdvsa dejó eso así”, denuncia Freites.
El líder sindical reclama también la presencia de otras nacionalidades dentro de la industria. “Más que todo hay cubanos. Es muy notorio. Sobretodo donde se maneja la industria petrolera a nivel nacional e internacional, en el piso 24 de la torre La Campiña. Según lo que comentan compañeros es que los cubanos dicen: ‘Con mis 20 mil millones de dólares anuales no te metas’. Eso es lo de nosotros”, expresa al insistir en el sacrificio que le aplican al pueblo venezolano para convertir a Cuba en un país exportador.
Freites recomienda a la población de El Ingenio que exija y proteste por mayor seguridad o el cierre de la planta. “De lo contrario sucederá cualquier tragedia”, exclama.
La tragedia llegó
Dos muertos y 7 heridos fue el resultado de una segunda y más fuerte explosión, esta vez en la parte interna de la planta de llenadero de Pdvsa El Ingenio el pasado 13 de diciembre, a solo un mes y 20 días de las explosiones en los alrededores del río.

En los reportes de vecinos se informó sobre la presencia de efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), Protección Civil, Faes y hasta funcionarios del Sebin que impedían el acceso a la zona residencial haciendo referencia a la investigación de un supuesto “sabotaje”.
Se confirmó igualmente que en el río del sector se había drenado gasolina para evitar que se extendiera el fuego y que hasta altas horas de la noche, desde algunos puntos de la localidad, se percibían las columnas de humo que produjeron picor corporal en los habitantes.
Para este reportaje, se intentó establecer un enlace con los trabajadores. Uno de los ingenieros alcanzó a decir que estaban en “emergencia”. Otra superior solo le comentó vía telefónica a una de las vecinas de los bloques de El Ingenio que “siguieran rezando”.
Hasta el momento de la publicación de este material, la directiva de Petróleos de Venezuela ni el Ministerio de Energía y Petróleo habían emitido un pronunciamiento oficial.
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