Ser influencer. Fácil o no, es una ocupación que ha ido en ascenso en los últimos 5 años. Artistas, locutores, bloggers, periodistas y hasta entrenadores han convertido sus redes personales en puentes de conexión entre una marca y una audiencia específica.
Raylí Lujan / Venezuela al Día
Como elemento del marketing digital, los influencers han pasado de ser un fenómeno que una gran parte de la población no entendía a una herramienta imprescindible cuyo efecto puede ser real y tangible.
Para Luis Carlos Díaz, especialista en redes sociales, se trata principalmente de cruzar unas necesidades con unas potencialidades. Sin embargo, advierte que se debe estar enfocado precisamente “en perfiles específicos para crear esa conexión real y orgánica entre lo que estas personas pueden publicar en sus redes y lo que las marcas necesita que se diga”.

De lo contrario, la marca o la persona interesada en dar a conocer su producto se estaría adentrando en un juego que no precisamente le llevarían a obtener más seguidores o mayores ventas.
“Eso es una trampa porque no es exactamente directa y lineal. No es que alguien con muchos seguidores se va a convertir en muchos compradores (…) Hay unos cruces que no son tan automáticos y por eso el talento de algunos va a brillar sobre el de otros”, explica Díaz.
También se presenta la otra cara de los influencers. Lejos del brillo que puedan tener algunos y otros no, se desarrolla la incredibilidad ante el efecto de esta herramienta y las dudas que genera en las negociaciones de compra y venta.
Las estafas están a la orden del día en la web y las contrataciones de influencers -o de quienes intentan serlo- podrían percibirse vulnerables a ellas. “Te duplicamos tus seguidores en solo una semana por solo 50$”, es el mensaje más común, bajo el cual se podría estar tejiendo una mentira.
“Si alguien te promete que tus seguidores aumentarán de esa forma te está mintiendo. Pero si le pagas a un mentiroso es tu problema. Hay gente que es feliz comprando humo. Algunos lo hacen por desconocimiento pero la mayoría lo hace porque cae seducido por el influenciador o por el desespero de obtener resultados rápidos. La gente debe saber que no hay recetas mágicas sino que las redes exigen trabajo y creatividad”, explica Luis Carlos Díaz.
Cindy López, CEO de Mercadearte Global Inc y Profesora de Maestría de la Universidad Arturo Prat de Chile considera que aunque parezca “una estafa fácil el generar una cantidad de followers siendo la mayoría falsos, si la persona lo que busca es conseguir números por un tema de percepción y no por un tema de retorno de inversión, eso mas bien es un objetivo logrado”. No se consideraría entonces una estafa.

“Lo importante es entender lo que busca la gente en la contratación de un influencer y como debería ser para que eso genere un real retorno de inversión (…) Todo lo que se haga cumple un objetivo y si es alcanzado dentro de los parámetros estratégicos y dentro de la necesidad de quien hace la petición, no puede considerarse una estafa. El deber saber es que si estas haciendo una contratación de un influencer, ese influencer te genera un retorno de inversión directo, medible directamente, en indicadores y si no es posible, habría que analizar y se podría ir a una segunda vuelta”, sentencia.
Claro que este objetivo en particular no está exento de ser engañoso. “El que compra seguidores falsos engaña y se engaña. Dicen que es como llenar un teatro con maniquíes y decir que tienes audiencia. Pueden hacer bulto pero más nada”, aclara Luis Carlos Díaz, al insistir en que sí se puede vivir exclusivamente de vender espacios y contenidos en las redes sociales, “siempre que los cruces no sean tan automáticos”.
¿Cualquiera puede ser influencer?
Resulta común toparse en las principales redes sociales con perfiles que buscan convertirse en influenciadores, o en algunos casos ya se encuentran ejerciéndole, incluso contando con pocos seguidores.
Y es que para Cindy López, cualquiera puede ser influencer. “Una persona que tenga u ostente una influencia directa sobre cualquier nicho de mercado es un influenciador, sea un público chiquito, mediano o grande. Cualquiera puede serlo sobre un grupo específico y cierto espacio. La contratación de algunos depende mucho de cuál sea el tipo de mercado. Se puede ser un influencer con 5 millones de personas, pero si te contrata una marca de carros, la marca debe asegurarse que de esos 5 millones de personas hay un número importante de aquellos interesados en el sector automotriz. Esto va mucho de la mano de quien está haciendo la contratación”, agrega.

López resalta que no existe una fórmula matemática que indique cuándo se está frente a un buen o mal influenciador. “Digamos que están los ‘evil influencers’ y los ‘good influencers’, porque hay gente que se ha convertido en un influenciador haciendo cosas que quizás para la ética y para la moral de ciertos mercados no es correcta, pero realmente él sigue cumpliendo su objetivo, entonces ¿cómo decir que es realmente un mal influencer si al final de cuenta logra que su audiencia responda?”.
Agrega que si bien los influencers tienen un peso importante, estos no son 100% necesarios. “Ahora existe una tendencia a nivel mundial. Hay empresas que se dedican a levantar bases de datos de las cuentas de Instagram, Facebook y Twitter de personas que estén interesadas en publicar mensajes bajo un sistema pago. Se suscriben a una base de datos, luego la agencia que ya posee contratos con ciertas marcas les contactará para conocer sobre quien estaría interesado en publicar un post sobre la marca. Se negocia el pago con todos los que quieran y lo que la marca estaba dispuesta a pagar en un solo influencer, lo puede diluir en todas esas cuentas. Eso hace que la efectividad sea mucho mas alta porque suelen tener mas confianza en su amigo directo o línea directa de amistad que en un artista”, detalla.
López mantiene que para una buena efectividad con un ‘influenciador artista’, es necesario que este cuenta con un número alto de seguidores debido a que solo el 10% del total de la audiencia es quienes suelen tener un tipo de interacción.
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