Artesanos, pintores, músicos y uno que otro vendedor ambulante conviven día a día en el bulevar de Sabana Grande, una zona caraqueña “recuperada” por el chavismo que guarda más que diversidad cultural.
Daniela Martín/Venezuela Al Día
Sus pintorescas calles que se combinan con los ladrillos curvilíneos, brindan sensación de seguridad en una de las calles más transcurridas de Caracas.
En el mismo pasillo se pueden visualizar impresionantes grafitis artísticos, que de una forma u otra reflejan la realidad nacional: Niños en la calle, que en medio de la multitud y las tiendas “desaparecen”.
La velocidad con la que transcurre el tiempo en los pasillos de Sabana Grande es imperceptible. Se trata de un time-lapse que se produce según el ritmo de vida de quien transite por el lugar.
Sin embargo, quien lo hace con frecuencia puede encontrarse en un punto intermedio que le permita reconocer elementos o figuras constantes que “habitan” en el bulevar, que aunque resulta compleja la cercanía entre ellas también se torna sensata.
Justo en la avenida de Los Jabillos que atraviesa el pasillo de ladrillo, un personaje religioso crea una media luna donde seguidores y curiosos se acercan y atienden su palabra de salvación.
Mientras elevan oraciones y piden perdón al Dios en el que creen, unos niños con menos de 9 años de edad se mantienen a las afueras de una panadería esperando que los clientes puedan convidarle un poco de sus desayunos.
En otro punto, una pareja de hombres con vestimenta y peinados llamativos atraviesan el pasaje de recreación masiva, que les ocasiona unas cuantas miradas cómplices y otras tantas de crítica. Aún así, se pasean en medio del vendedor de cotufas y el de tostones, hasta llegar al músico con un saxofón que los deleita.
En otra esquina, el pintor que espera a sus alumnos por aparecer, mientras se mantiene atento a situaciones tensas que arropan la zona. Señala que lo mejor es evitar atraer esa mala energía, aunque ello no le impide percibir que los niveles de delincuencia han crecido impresionantemente en los últimos años.
El bulevar parece estar resguardado de efectivos de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) de punta a punta. Aún así, los delitos se cometen. Y aunque probablemente, no se pensó así al momento de su auge en 1975, esta realidad que le integra solo es parte de un reflejo momentáneo del país: caótico pero con un toque de lógica.
Fotos Alfredo Coronas / Venezuela Al Día
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