No son huecos, son cráteres los que ahora conviven con los caraqueños. La mala gestión de Jorge Rodríguez en el municipio Libertador, ha dejado además de una fuerte contaminación ambiental, unas calles y vías principales intransitables.
Daniela Martin/Venezuela al Día
Un recorrido por el centro y el oeste de la ciudad así lo comprueban. Zonas urbanísticas como San Bernardino, El Paraíso, La Candelaria y Santa Mónica se encuentran repletas de hundimientos y baches, que cuentan con sus respectivas “tortas de cumpleaños”.
En algunos casos, han estado allí por más de un año. Ya son parte del caraqueño que parece resignarse a su presencia, mientras sufren las penurias de un Estado en descomposición y carencias.
Zonas populares no se libran
No solo las urbanizaciones de clase media son las desafortunadas, también las populares sufren un castigo que el alcalde chavista ha decidido aplicar a las vías de los caraqueños.
Localidades, que además de ser populares se han caracterizado por su afecto al oficialismo durante los últimos 18 años, dan fe de la mala distribución de recursos y la alta corrupción en un país petrolero, que debería por lo mínimo contar con calles completas y en perfecta nivelación.
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Antímano, Roca Tarpeya, Santa Rosalía, Caricuao, la avenida Baralt y la avenida Fuerzas Armadas son lugares de la ciudad capital, con una población fortalecida, que siempre ha dado pie de batalla por lo que quiere.
Aún así, las calles de estas zonas se suman a la lista de puntos roídos por el agua y por la falta de asfalto, como consecuencia del olvido al que han sido condenados por el gobierno oficialista de Caracas y el gobierno central de Nicolás Maduro.
Autogestión como mecanismo
La población, sumida en desidia y crisis económica, se ha visto obligada a utilizar como mecanismo de defensa y protección, la autogestión.
Ante el desgobierno en el municipio Libertador de Caracas, la sociedad civil ha decidido organizarse e intentar cubrir sus necesidades. Ello, se percibe en los huecos que han sido cubiertos con ladrillo, tierra y hasta basura.
Las falsas promesas fueron olvidadas y la población ha decidido dejar de preocuparse y ocuparse. Es una de las realidades que atraviesa Venezuela. Las exigencias han pasado a segundo plano, la crisis ha terminado hasta con eso.
En las principales urbanizaciones, rellenan estos hundimientos que cada vez absorben más espacio con lo antes mencionado. En las zonas más populares utilizan tierra. Se quejan a diario, aunque las expectativas de los venezolanos porque el gobierno resuelva los problemas básicos se mantienen bajas.
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Así como la autogestión, otros puntos de interés rodean a los huecos caraqueños y es la “protección” por parte de los cuerpos de seguridad, que velan por evitar que estas quebraduras en las vías sean registradas gráficamente.
Mientras los ciudadanos le insisten a los reporteros gráficos que hagan toda la documentación posible e incluso ofrecen información extra, los efectivos policiales hacen cacería a quien decida acercarse con cámara en mano.
Para el gobierno y sus cuerpos policiales se ha convertido en una prioridad dar “seguridad” a los problemas antes de atacarlos y ofrecer soluciones. Optan por ocultar la realidad, mientras la crisis continúa arropándoles.
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