Ricardo Méndez viaja 15 horas en bus desde Caracas hasta San Cristóbal. Una experiencia que ya es como su apéndice desde hace seis meses. Su destino: Cúcuta. Y como si de las trece estaciones del Viacrucis se tratara, llegar a Colombia tiene una mediana complejidad, pero el retorno a Venezuela implica la sentencia de muerte, cargar la cruz, enjugar su rostro y despojarse de las vestiduras ante al menos 17 alcabalas.
Zeudy Acosta Paredes/Venezuela al Día
Cruzando prácticamente el país de norte a sur, el único propósito de este joven venezolano y padre de familia, es llevar alimentos, pañales y otros insumos a los suyos, dada la crisis que atraviesa Venezuela. Sin embargo, torear la especulación y el matraqueo empieza en el propio terminal La Bandera, una vez que saben las intenciones del pasajero: llegar a San Antonio del Táchira.

El viaje suele hacerse de noche para arribar a la región andina al siguiente día en la mañana, “es triste, pero al mismo tiempo emocionante”, confiesa Ricardo.
En plena zona fronteriza, para llegar a San Antonio, toca enfrentar entre cuatro o cinco alcabalas que incluyen paradas y revisión de maletas, bolsos y todo lo que pudiera prestarse para el contrabando. Superada esta etapa, si pasas ileso, las dos alcabalas del puente Internacional Simón Bolívar, aguardan por ti.
Si corres con suerte puedes pasar por debajo de la mesa ante las revisiones, “pero –narra con cierta molestia-, si los guardias se enamoran de ti, te vuelven a bajar del vehículo y revisan tu equipaje. Mayormente les interesa si llevas dinero en efectivo o mercancía para canjear en Cúcuta”.
Destaca Ricardo que es una alternativa incómoda y desgastante, pero que además la viven centenares de venezolanos a diario “son largas colas, para llegar a Colombia, para sellar el pasaporte, para la revisión de la mercancía”. No obstante, ha optado por esta medida paliativa, ante la escasez y los altos costos de los productos de primera necesidad, “No hay manera de vivir esto sin la adrenalina a millón. Allá en San Cristóbal (en el terminal) te encuentras de todo; la gente ofreciéndote el traslado en taxi o de cualquier forma, es como si olieras a frontera”, relata.
Compras sin inflación
Inmediatamente al cruzar el puente, se ubica la población cucuteña. El transporte arriba a un punto que denominan “La Parada”. Allí, desembarca la turba y se tropieza con unas 60 casas de cambio, que ofertan transacciones sin restricciones: bolívar a peso, peso a bolívares, bolívares a dólares, y un largo etcétera.
“Uno decide si comprar allí o irse un poco más al centro de Cúcuta, pero una vez con la moneda en mano, uno se encamina en la búsqueda de los insumos por los que hace toda esta travesía”.
-¿La compra resulta provechosa en cuanto a costos?
Los precios lógicamente elevados, pero se consigue la mayoría de los productos que en Venezuela no existen: azúcar, aceite, harina de trigo, arroz, granos, harina pan (de baja demanda en Colombia, por cierto), artículos de aseo personal, y hasta chucherías.
Venezolanos compran rubros en Colombia pese a devaluación del Bolívar
Ricardo destaca que, este viaje le ha permitido llevar a su hogar algunos rubros importantes, sin que se hayan presentado modificaciones en el valor de los mismos en los últimos seis meses. “Puedes encontrar ofertas diferentes en los precios de un local a otro, muy mínimos, dependiendo la marca, pero sin variaciones significativas de un mes a otro. Aquí no hay inflación; la única moneda que baja y sube es el bolívar”.
Clavado en la Cruz
Cuando ya se ha hecho la compra aspirada y toca regresar a Venezuela, la incertidumbre cobra fuerza nuevamente, pues toca afrontar cada alcabala fija o improvisada de la Guardia Nacional Bolivariana, así como de migración y el SENIAT, y con ello, la posibilidad de que sea decomisada la mercancía.
“Normalmente lo que quieren es plata, martillar a la gente. Depende realmente de un golpe de suerte. Puedes ver a personas con bultos, sacos, pero a otros con pequeños bolsos con pocas cantidades, y depende del antojo del momento. Es que además, cuando ya estás en Caracas, aún falta pasar por las manos de la GNB en La Bandera”.
-¿Has tenido que pagar vacuna?
En una ocasión me faltaban unas cosas en el bolso. No sé si fue cuando revisaron los guardias o la misma gente de los autobuses. A los buscamas tienes que pagarle por el sobrepeso del equipaje; quizá es una manera de pasar lisos por las alcabalas, y en una ocasión fueron 17 desde Táchira hasta Caracas”.
VOTOS QUE MATAN: El video que apela a la sensibilidad de los países de la OEA https://t.co/eZL3FtO4K6 pic.twitter.com/5A9blvAQ6o
— Venezuela al Dia (@venezuelaaldia) June 16, 2017
Explica que, como suele llevar entre 6 u 8 kilos de cada producto, no ha tenido complicaciones, pero que ha visto cómo a personas mayores “las matraquean o quitan lo que llevan”. A veces le resulta inexplicable la manera en que se manejan, “les quitaron chupetas, galletas…en una verdadera desgracia nos han convertido la vida”.
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